Cómo tratar y prevenir los conflictos entre los hijos

Las dificultades de las relaciones entre hermanos;

¿Se pueden evitar los conflictos entre los hijos?

La convivencia entre los hermanos no siempre puede ser perfecta. Los padres deben aceptar que es normal que haya conflictos entre hermanos y deben tener preparado un plan de acción para responder con calma cuando ocurran. La primera parte del plan consiste en escribir en un cartel las reglas de convivencia entre hermanos que desean implementar. Las reglas son una herramienta muy útil porque dan la oportunidad a los padres de que definan bien sus expectativas y que las puedan explicar con claridad a sus hijos de antemano.

Las reglas de convivencia entre hermanos pueden variar en cada familia de acuerdo a la edad de los hijos y a los conflictos que sean más frecuentes pero en general pueden ser algo parecido a esto:

  • Es aceptable enfadarse con los hermanos o no estar de acuerdo en algo pero hay que expresarlo con cuidado. No es aceptable hablarse o tratarse sin respeto.
  •  Los hermanos deben tratar de resolver sus conflictos ente ellos sin que los oigan los padres. No es aceptable cuando la riña llega a oído de los padres.
  • En una discusión normalmente hay algo de razón y algo de culpa por las dos partes. No es aceptable acusar al hermano con los padres.
  • En ningún caso es aceptable pegar o agredir a un hermano.

Cuanto los hijos infrinjan alguna de esas reglas de convivencia los padres sólo tienen que recordarles brevemente qué regla se han saltado y separarlos por el tiempo que consideren conveniente, mandándolos a que jueguen en cuartos diferentes. El acto de separarlos no se plantea tanto como un castigo por algo que han hecho mal, sino un límite, una forma de demostrarles que la convivencia en ese momento es ya inaceptable para sus padres. La clave es intervenir consistentemente antes de que el problema escale. Después de dejar enfriar las cosas por un rato, normalmente los niños olvidan el tema y pronto estarán listos para volver a estar juntos. En el caso de que alguno de los niños agreda a otro, además de separarlos, los padres tendrán que darle una consecuencia adicional para dejar claro que eso es totalmente inaceptable.

Cuando el conflicto está empezando a escalar y siempre que los padres tengan el tiempo para ello, es recomendable que pidan a los hijos que expliquen su versión del conflicto delante de todos, sin que los padres tomen partido por nadie, o emitan ningún juicio. En este punto los padres deben motivar y ayudar a los hijos para que encuentren una solución al conflicto y si están todos conformes darles la opción de seguir jugando juntos.

A base de buena dirección y de algunos disgustos, los niños van aprendiendo que es normal enfadarse de vez en cuando, que a veces se deben poner límites a los hermanos, y que los conflictos se deben resolver de forma pacífica y constructiva porque nada se gana de lo contrario. Es importante que los padres se mantengan imparciales porque aunque a simple vista pueda parecer injusto, a la larga evitarán rivalidades entre los niños. Cuando los padres son parciales el hijo que se mete en más en problemas va a pensar que el padre está siempre contra él y el hijo más débil se va a hacer dependiente del apoyo de los padres y no se acostumbrará a defenderse a sí mismo. Cuando los padres no tienen tiempo o calma para guiarlos de esta manera, en vez de resolver el conflicto unilateralmente, es mejor limitarse a separarlos.

Los padres no deben de ver las peleas entre los hijos como un problema, sino como una oportunidad para enseñarles a convivir dentro de las pautas previamente establecidas. Aunque no pueden evitar que haya ciertos conflictos, los padres pueden evitar que sus hijos crezcan sin aprender a resolver conflictos y con rivalidades innecesarias.

Aprende a gestionar los conflictos entre hermanos desde que son pequeños

La llegada de un hermanito a casa es el final de una emocionante espera para toda la familia. Tras meses de prepararse para el acontecimiento, los padres se sienten felices de ver crecer la familia y los hijos se contagian de su alegría. Los primeros días son de ajustes para todos y habrá que adaptar las viejas rutinas a las necesidades del recién nacido.

Los conflictos entre hermanos no son necesariamente celos pero pueden manifestarse de la misma manera.

Los celos son un estado afectivo caracterizado por el miedo a perder o ver reducidos el cariño y la atención de alguien querido.

Los celos entre los hermanos surgen en un afán por tratar de conservar de manera exclusiva todo el afecto de uno o ambos progenitores.

El problema surge con la llegada de un hermanito-a, el niño percibe que sus padres dedican mayor atención a un «intruso». Y empiezan los cambios: Horarios, actividades, el tiempo de atención exclusiva se ve reducido, etc. Ya nada es lo mismo… «El príncipe ha sido destronado».

No es extraño que en esta etapa aparezcan los primeros celos y competencias con el recién llegado, es una etapa que los padres deben saber manejar muy bien para aplacar y amortiguar todos los conflictos psicológicos que van surgiendo.

Hay que manejar con suavidad este período de adaptación que necesariamente han de pasar los hermanos, con mucho cariño y comprensión tratar de hacer comprender que el cariño de los padres es el mismo para todos los hermanos, aunque las necesidades de cada uno son distintas.

¿Cómo atenuar el síndrome del destronado?

Así llamamos los psicólogos a lo que sienten los niños al saber que van a tener un hermano. No importa la edad que tengan, pueden tener 2 u 11 años, igual van a sentir lo mismo.

A continuación le brindamos algunos consejos para atenuar este síndrome:

  • Preparar al niño diciéndole que se le va a querer igual y que no perderá ningún privilegio
  • Leerle historias que traten sobre la llegada de un hermanito y resaltarle lo bueno de esta nueva situación.
  • Trabajar sobre el control de las emociones. Jugar a poner cara de enojado, cara de bronca y cara de contento. Y pedirle que cuando nazca su hermano exprese su sensación con una cara. Esto ayudará a decir qué le
  • está pasando. Es preferible que se exprese de esa manera y no pataleando o con otras actitudes agresivas.
  • Mostrarle fotos de cuando él era bebé, mostrarle cuándo la madre estaba embarazada de él. Esto ayuda a mostrarle que él tuvo la misma atención antes de nacer que la que ahora ocupa su hermano.
  • Hacer partícipe a los hijos de las tareas que conlleva la llegada de su hermano: Preparar la cuna y habitación, adquirir la ropa…
  • No hacer grandes cambios, como por ejemplo cambiarlo de cuarto.

Para cuando haya nacido su hermano recomiendo:

  • Respetar las mismas rutinas que tenían y seguir llevándolo a donde siempre se lo llevaba.
  • Que no sienta que su hermano le está quitando tiempo y lugar.
  • Aumentar la demostración de afecto. Valorar todo lo que haga.
  • Buscarse espacios para quedar a solas con él.
  • Advertir a los familiares que en las visitas que nos realicen eviten expresiones del tipo: «ahora sí que vas a tener que compartir», o «ya sabes, lo tendrás que cuidar porque el niño será muy pequeño y tu ya eres mayor», etc.
  • Fomentar la buena relación con su hermano. Darle un LUGAR importante en lugar de decirle que él es el encargado de cuidar a su hermano menor o de enseñarle algo.
  • Así mismo incitarles a que sus expresiones hagan alusión a aspectos positivos referidos al nuevo hermano: «te vas a divertir mucho», «con un hermano vas a poder jugar cuando se haga un poco más grande», etc.
  • Evitar frases que recriminen sus acciones: «No lo toques», «Aléjate que no me fío de ti», «Que se te va a caer».
  • Estimular con expresiones positivas todo acercamiento: «Qué bien lo cuidas» «Eres muy responsable», «Ven que lo vas a bañar muy bien».
  • Involucrar a los hermanos en las tareas de cuidado, higiene, alimentación etc.

 ¿Qué actitudes deben adoptar los padres?

A continuación presento una serie de consejos que evitan la aparición y/o mantenimiento de conductas celosas dentro de la familia.

Evitar: (en la medida de lo posible):

  • Los gritos y las descalificaciones.
  • Las atenciones y dedicación excesivas.
  • Privilegios a unos hijos frente a otros.
  • Comparaciones entre los diferentes hijos.
  • Atenciones y recompensas al «chivato».
  • Comentarios de vecinos, amigos y familiares haciendo comparaciones de vuestros hijos.
  • Un trato irónico, o risa y burla ante conductas inadecuadas.
  • Que el hijo mayor deba asumir en todo momento la responsabilidad del cuidado del hermano menor.
  • La competitividad entre hermanos.
  • Tomar en cuenta las conductas propias de bebé (impropias de la edad).

Fomentar

  • La cooperación entre los hermanos (en las tareas de la casa, recados, en situaciones de juego…)
  • Observar y reflexionar sobre las conductas celosas de nuestros hijos y reaccionar sin darles excesiva importancia.
  • Tratar con afecto y atención frecuentes a tus hijos para que perciban que son queridos.
  • Favorecer el juego con todos los hijos (para lograr una mayor armonía entre los hermanos).
  • Promover un clima de sosiego y tranquilidad en todos los momentos posibles.
  • Analizar entre los adultos las causas posibles de los celos y las distintas soluciones.
  • Educar a los hijos en el control de sus emociones: aprender a soportar pequeñas frustraciones, alegrarse del éxito de los demás, responder con tranquilidad ante situaciones adversas, enseñarle a aceptar sus incapacidades y dificultades con optimismo.
  • Respetar la autoridad de los padres y admitir los límites establecidos en la familia.
  • Conseguir que se acepten las normas de casa de forma democrática. No obstante, si algún hijo se rebela, conviene que los padres expliciten los límites de la convivencia familiar.
  • Respetar el espacio de juego e intimidad de cada hijo.
  • Estimular a los hijos para que expresen lo que sienten con libertad y puedan compartir tristezas y alegrías.
  • Estimular a los hijos y darles seguridad.
  • Dar responsabilidades y privilegios distintos según las edades de cada hijo. Así, el mayor tendrá más responsabilidades pero también más privilegios que el pequeño.
  • Valorar a los hijos tras la realización de estas tareas; más por la actitud que manifiestan que por el resultado final.
  • Resaltar la importancia de tener hermanos y de la felicidad que esto comporta en el juego, en las labores diarias, en la alegría de la casa y de las reuniones familiares…
  • Dar afecto a los hijos sin distinción de edad. En nuestra sociedad solemos prestar excesiva preferencia afectiva al niño pequeño omitiendo de forma bastante brusca e inconsciente la atención a los hermanos mayores. Sin embargo, son éstos los que pueden manifestar conductas celosas y no el recién nacido que no es consciente del momento
  • Valorar a nuestros hijos delante de familiares y visitas, tratando de omitir todo comentario negativo sobre ellos.

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